miércoles, 20 de octubre de 2010

LA PROBLEMÁTICA DE LA TRANSFERENCIA EN UN CASO CLÍNICO

Se trata de un muchacho adolescente, cuyo aislamiento social llegó al extremo de establecer contacto únicamente con su familia nuclear, al momento de consultar.
Fue víctima de Bullying durante muchos años, nunca ha tenido un amigo salvo encuentros casuales en un parque o la playa, que no perduran en el tiempo más allá de ese instante.
Manifiesta fobia a las agujas, entrando en crisis de angustia incluso al hablar de ellas... "lo que no soporto es que se me meta en la piel".
De padre obsesivo, sumamente intrusivo con la higiene que el muchacho mantiene. Solía revisar su cuerpo después del baño.


Evidentemente se trata de un psiquismo muy frágil, cuyo intercambio con el otro ha sido marcado por una particular violencia, que él la vive como víctima. Sólo la recibe sin poder hacer nada por defenderse... como si el otro se le metiese como una aguja.


"anoche tuve un sueño... soñé que llevaba al colegio una torta y venían unos compañeros, me la quitaban, la pateaban y saltaban encima" (ríe mientras relata el sueño)
Así se vislumbra de qué manera se instala en una posición psíquica pasiva, cuyo goce sería fundamentalmente masoquista, en tanto sueño como cumplimiento de deseo. Por tanto, también en una posición eminentemente femenina...


Luego de un periodo intenso de trabajo, con notorios avances... transcurre sesión tras sesión en completo silencio, luego de que ha rondado con insistencia, la temática homosexual en su discurso; "sabías que existe un pez que puede cambiar de sexo cuando quiere"... y muchas otras evidencias, sin que su terapeuta haya enunciado en ningún momento palabra alguna en relación a la homosexualidad.
Luego de este momento asedia el silencio, duerme en sesión.. sé que lo inunda una angustia indecible y que yo también me encuentro atrapado en su silencio...


En el trabajo de supervisión descubro que no sólo no enuncio la palabra indecible por él, sino además la eludo y luego pienso y digo; "no sé porque trato de no tocarlo" ... ¿no tocarlo?... la frase hace eco en supervisor y supervisado... busco entre mis asociaciones y doy con la noción de querer proporcionar un espacio subjetivo seguro para su despliegue y de alguna manera he hecho una condensación entre "tocar" y "meter", sin embargo hablar de ello me permite realizar una separación fundamental para continuar el tratamiento, pues tocarlo con la palabra, permite llevarlo a nombrar eso que no puede si quiera aún representarse... le ofrece una salida, sin tratarse de una nueva vivencia de intrusión agresiva.


J.I.S.

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